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Con el cariño no basta

Libro “Con el cariño no basta. Cómo educar con eficacia. De Nancy Samalin.”

Si criticas se ponen a la defensiva.

Cuando conseguimos que nuestros hijos obedezcan a la fuerza, con amenazas y castigos no ganamos, sino que perdemos.

No compararles con otros niños: Fulanito es capaz de hacer algo y tú no.

Se puede tener autoridad sin ser autoritario.

No negar o minimizar sus sentimientos, sino demostrar que los comprendes.

Hacerles partícipes de la solución a los problemas, pedirles opinión, preguntarles qué se les ocurre para solucionarlo.

Se requiere creatividad e imaginación y muchas veces pararse a pensar antes de contestar.

No pasa nada por ser flexible en cosas sin importancia.

Hablar con afirmaciones, sin críticas ni negar lo que nos cuentan.

Las consecuencias son más eficaces que cualquier crítica o amenaza. Se tienen que dar cuenta por ellos mismos que si por ejemplo no se abrigan pasan frío, si no se visten pronto llegan tarde al colegio…

Los niños reaccionan mejor ante una descripción breve e impersonal de lo que hay que hacer que ante una orden. Por ejemplo: “los abrigos se dejan en el armario”, “los juguetes deben ser recogidos”…

Hacen mejor las cosas si no estamos delante observándoles. Si ha derramado algo dale la bayeta, vete y vuelves dentro de un rato.

No amenazar con cosas que no vas a cumplir porque pierdes credibilidad.

Dar la posibilidad de elegir entre varias opciones. Por ejemplo con las comidas.

Dar información por adelantado, utilizar la imaginación y el humor.

Reconocer y aceptar sus sentimientos, demostrar que los entiendes y comprendes. Aunque realmente para ti sean infundados no decirle que eso no es así o quitarle importancia. No negarlos porque se siente incomprendido.
Puedes por ejemplo repetirlos para que vea que le entiendes. No se trata de repetir como un loro todo lo que dicen, se pueden dar cuenta. Puedes adaptar un poco las palabras, transformarlas en pregunta, pedir más información.

No caer en “la trampa de la felicidad” cuando te dicen que no te quieren, es momentáneo. Tampoco cuando dicen “voy a ser el único de la clase al que no le dejan…” No ceder en valores importantes para que tu hijo no sea infeliz o desdichado. Tampoco si te dicen que eres malo, un mal padre o madre.

Se puede ganar tiempo antes de responder para pensar qué decir, no hay que responder al momento. Pero no dudar, no decir, ya veremos, creo que no…

Antes de decir que no a algo y entablar una lucha pensar si es importante y merece la pena.

Con el castigo pueden creen que “cumplen la pena” y se hace borrón y cuenta nueva como si no hubiera pasado nada. No se sienten culpables ya que limpian su conciencia. Como alternativa hay que dejarles participar en la solución, que vean las cosecuencias, mostrarles que estás decepcionado y dar posibilidad de rectificar el comportamiento. Si les permites participar en las soluciones te puedes dar cuenta de lo que esta originando el problema.

Tu niño pega a otro en el parque:
Castigo: azote, tarde sin salir, no chucherías…
Consecuencia: nos tenemos que ir del parque
El niño aprende que cuando empuja a otro se acaban los juegos, pero con calma y sin montar un numerito.

Las frases cortas son más efectivas.

A veces es mejor irse un rato antes que explotar.

Después de una bronca es importante hacer las paces para recuperar el vínculo.

Criticar continuamente daña la autoestima del niño y pueden asumir que nunca harán las cosas bien, con lo cual dejarán de luchar por ello.

Dejar que el niño sufra las consecuencias de cosas poco importantes, enuncia escuetamente lo que hay que hacer, permite que el niño busque soluciones, escribe notas simpáticas, utiliza frases motivadoras, elogia y valora.

Elogiar con cosas concretas y no un simple “qué bonito”, valorar por ejemplo detalles del dibujo.

Muchas veces nos preocupamos más por los demás que por nuestros hijos.

Mejor decirle “seguro que estás orgulloso de lo que has hecho” que “estamos orgullosos de ti”.

Con los niños funciona contarles los logros a otra persona delante de ellos pero los adolescentes no quieren que hablen de ellos.

No pasarse con los elogios no vayan a dejar de ser creíbles o creen expectativas excesivas.

Darle voz y voto en cosas que le atañen como comida, ropa… No hacer o decidir todo por ellos.

A veces es bueno dejar que cometan sus propios errores, vean las consecuencias y aprendan a corregirlos por sí mismos.

La rivalidad entre hermanos es inevitable, mejor asumirlo y no pretender que siempre haya paz.
Hacer siempre de arbitro o intermediario aumenta la rivalidad porque siempre se le da la razón a uno de ellos.
Pelean por ser el más querido.
Alejarse de las peleas y sólo intervenir cuando sea absolutamente necesario.
Muchas veces se pelean sólo cuando estamos presentes, por involucrarte en la disputa y que tomes partido por uno u otro.
Si no intervienes, muchas veces se arreglan ellos en poco tiempo. Pelean porque les gusta, pero cinco minutos después son los mejores amigos.
Interviniendo suele pasar que se queda todo el mundo insatisfecho.
No defender siempre al pequeño por el hecho de serlo, a menudo es él el que provoca al mayor.
Es inútil tratar de ser igual de justos por ejemplo dando siempre lo mismo a los dos, no elimina la rivalidad y solo se entra al juego de estar contándolo todo. Ellos lo que quieren es que se les dé todo el cariño, no pelean realmente por lo material. Necesitan la seguridad de que tienen todo el cariño.
En lugar de tratar de conseguir una justicia perfecta, tratar a cada hijo como un ser único y no un igual a su hermano.
Un poco de tiempo a solas con cada hijo produce milagros, el “tiempo especial”.
A los hermanos les gusta discutir.

No forzar a compartir con “tienes que compartir”, mejor con “cuando acabes le puedes dejar el juguete a…”

Yo creo que todo esto vale perfectamente entre adultos también.

Dejar que las notas le enseñen en lugar de castigarlo.

Cuando un niño se siente amado y respetado su satisfacción se nota en su comportamiento.

Yo creo que la diferencia entre castigos y consecuencias puede ser esta:
Castigo: como no obedeces no jugamos
Consecuencia: como has tardado mucho en entrar a la bañera ahora no tenemos tiempo de jugar
Si tardas mucho en cenar luego no hay tiempo para leer un cuento.
Que vean que las cosas son así porque son no porque nosotros las imponemos como castigo.

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